Pregón de Semana Santa 1989

…¡Qué difícil es, Señor, hablar de sentimientos!; o de emociones. ¿Qué podría decir yo a una audiencia como esta, cuyos poros rezuman Semana Santa? ¿Una exposición doctrinal sobre la Gran Liberación? Imposible; me falta base teológica. ¿Un estudio humano, histórico o artístico sobre las cofradías y sus imágenes? Imposible también; me falta erudición sobre estos temas. ¿Una lección moral sobre los deberes de una multitud creyente que hace penitencia? Más difícil y, además inconveniente, pues carezco de ascendencia.

Si mi formación religiosa queda en el catecismo, mi sensibilidad artística es más de piel que de intelecto y mi conducta humana debe ser sometida frecuentemente a confesión ¿Qué me queda para pregonaros la Semana Santa? Me parece que poco: sólo el corazón. Dejadme pues, que hable en primera persona, y con el alma de JESÚS NAZARENO. Perdonad este desahogo. Seguro que lo haréis porque JESÚS es de todos los ubetenses.

JESÚS NAZARENO y su Cofradía fueron estímulo inicial de mis sorpresas que poco a poco germinaron en rigores. Luego, hilo conductor de eso tan grande que se llama fe.

Todo comenzó en la limpia superficie de los ojos de un niño; continuó a golpes de azada y paladas de tierra hasta abrir zanja en los orgullos de un joven. Finalmente extendió raíces y echó cimientos con partes innobles propias de todo pecador. Ese niño, joven y maduro -hay que repetirlo- fui y soy yo.

JESÚS y su Cofradía -a través del cordón amarillo de la túnica de mi padre, al que me agarré en mi infancia todos los Viernes Santo- despertaron mi orgullo de hijo. Después, ese cordón fue lazo de cariño que me anudó a mi madre. Ahora es vínculo de amor nazareno que me une a mi esposa y a mis hijos, vestidos como yo de morado.

JESÚS y su Cofradía -y sigo hablando apasionadamente- penetran y desbordan mi carne. Se me ocultan como la luz y el sonido pero revierten en oración y lágrima. Enderezan mi espalda, doblan mi rodilla. Un soplo de Espíritu de DIOS y de olor a ÚBEDA traspasan el raso y el paño de mi túnica; una corriente poética eriza mi piel; un sudor gozoso relaja y eleva mi materia. Eternidad o instante dejan de ser la medida; la calidad se impone, la cantidad no importa. La esencia es el oro de buena ley que JESÚS y su Cofradía han dejado en este hombre que sueña todos los días con los cielos de ÚBEDA. ¡Gracias JESÚS, gracias Cofradía!..


José Berlanga Reyes